Las actividades que las personas realizan a diario demandan energía, y esa energía proviene de esta industria, ya sea para iluminar un salón, para procesar alimentos en una fábrica, o para movernos de un lugar a otro, en coche, avión o barco.
El aporte que genera el sector energético en las economías y las finanzas públicas de los países es de suma importancia, aunque también genera valor en el desarrollo de las políticas y el comercio exterior.
Es importante mencionar, que el sector energético está atravesando el mayor reto de su historia, una profunda transformación hacia las energías renovables o verdes, empujado por la sociedad, los gobiernos y los inversores privados.
Ahora bien, pongamos en números estas palabras, según estudios, las economías mundiales podrían acelerar sus crecimientos si la transformación energética se logra llevar adelante, es decir, impulsar el PIB en un 2,5% y la tasa de empleo en un 0,2% global. Para lograr esto, es necesario un esfuerzo de parte de las empresas energéticas, principalmente en aumento de producción de energías renovables, eficiencia energética e inversión en infraestructuras energéticas.
Las nuevas formas de generar, almacenar, distribuir y usar la energía en esta nueva etapa de la historia, han determinado un cambio completo para el sector energético.
Según estimaciones de la agencia internacional de energías renovables, el mercado global deberá invertir cerca de 1,6 billones de dólares en infraestructuras, especialmente, en redes eléctricas, estaciones de carga de vehículos eléctricos privados y públicos, repostaje de hidrógeno, terminales de importación y exportación, captación directa de aire, y tuberías de almacenamiento. Asimismo, la agencia indica que en 2022 la energía verde generada por las compañías será de un 6% más que en 2021, y en caso de conseguirlo se pudiera alcanzar el 50% de la demanda global.
Tras la firma de los tratados de las ODS en 2015 sumado al pacto verde europeo de 2020, la comisión europea propuso un plan en el mismo año para alcanzar el objetivo de reducción de gases en un 55% con respecto al emitido en 1990.
Para alcanzar estos objetivos, se requerirá un gran esfuerzo por parte del sector, principalmente en la generación de energía verde y la eficiencia energética. La transición ecológica demandada por las sociedades traerá grandes inversiones en redes de distribución, por parte de las compañías, lo que traerá excelentes beneficios para las personas en los siguientes aspectos:
Al hablar de eficiencia energética nos referimos al uso responsable que le damos a la energía, tanto los ciudadanos del planeta como los gobiernos y empresas.
Las empresas energéticas, los gobiernos y las organizaciones ambientales conocen profundamente el impacto que tiene el mal uso de la energía en el medio ambiente, y es por eso que es un reto fundamental hacia 2030 poder generar conciencia y prácticas que mejoren la eficiencia de la energía.
Para esto se debe avanzar con la transición energética hacia movilidades eléctricas, nuevos modelos de calefacción, edificios inteligentes, transportes compartidos, entre otros factores.
El sector energético está realizando grandes inversiones en I+D+i, especialmente en la transformación energética de la cual hemos hablado. Aunque esto no es todo, la industria se encuentra muy enfocada en invertir parte de su facturación en investigación, desarrollo e innovación enfocado en la transformación digital.
Es por esto que las empresas del sector han comenzado hace poco más de 5 años una transformación digital que acompañe a la evolución energética. Como todos saben, la transformación digital no es el factor determinante para esta industria, pero aporta valor al cambio integral que se está realizando desde hace algunos años.
Según informes recientes, el 43% de las empresas del sector energético de Norteamérica, están invirtiendo actualmente en el desarrollo de nuevas tecnologías digitales.
El proceso ha comenzado con la digitalización de todas las áreas de la organización, sin dejar a nadie fuera. Este proceso genera una revalorización de ciertos productos, una mejor experiencia para el usuario y la posibilidad de crear nuevos activos digitales que cubren nuevas necesidades.
Otra buena parte de la inversión en transformación digital está dada por la cuota de inversión que las empresas realizan en recolección y procesamiento de datos, es decir, en generación de modelos de captura, almacenaje y transformación de datos, para conseguir patrones y modelos que generen una ventaja competitiva. Por medio del big data, el data Science y el data analytics se realizan estructuras que soporten los volúmenes de datos a trabajar.
Por último, y no menos importante, también se debe destacar la revolución que se está generando a partir de los canales de comunicación sociales, a través de los cuales las empresas intentan acercarse a sus consumidores, realizando de manera rápida, efectiva y económica.
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